lunes, 7 de junio de 2010

Viaje através del tiempo...de compañia, banderas silenciosas.

Hace más de un mes que no escribía en este blog.
El proyecto toma forma en mi mente, pero la verdad es que después de escribir "Perdida" y vaciarme por dentro me era muy difícil leerlo. Cada vez que comenzaba se me movían muchas cosas por dentro, y en mi soledad se me escapaba una lagrima y lo dejaba reposar.
Mientras, me entretengo pensando y recordando, para que vaya fluyendo directamente cada vez que el corazón y la necesidad de trasmitir me traen de nuevo ante el teclado.

Hoy ha sido una conversación en el desayuno. Mi madre es diabética e hipertensa, tiene 80 años y vive conmigo. Le pierde la comida, siempre le ha gustado comer "bien" y de caprichito, por eso ahora le cuesta mucho mantener una dieta.
Yo a veces le digo que es una loca con suerte, porque parece un pajarito pero es una roca. Ha salido dos veces del cáncer, de dos distintos, independientes, y lo está contando, pero vive quejándose y víctima de si misma, sin ilusiones y pegada a la tele.

Pero luego no se pierde una visita al médico, lo tiene súper controlado.
La he visto con 500 de hiperglucemia, azúcar para ella. También la he visto con la tensión alta hasta 21, con la mirada rara pero manteniendo el tipo la señora.
Hospitalizada gravísima no se quejaba para nada, valiente, se agarra a la vida con uñas y dientes. También se agarra a mi, como si inconscientemente solo yo le diera esa seguridad. Cada vez que tenía que pasar por las mañanas los médicos, me decía:

- ¿Vas a estar tu verdad?

En contradicción, no le da importancia a la suerte que ha tenido, y te dice cosas como:

- ¿De qué voy hablar yo?

Y yo llevo veinticinco años luchando con el pesimismo de ella, y no me da la gana de rendirme y vuelvo una y otra vez al ataque con mis conversaciones con ella para hacerla reaccionar. Me hace caso dos días y volvemos a empezar.

Hice unas magdalenas de coco. Usé azúcar morena, pero no le puse demasiada, así ella podría probarlas si amanecía bajita del azúcar. Le dije que si era así se podía desayunar una.
A la mañana siguiente la veo desayunándose un sándwich de jamón con mantequilla y un descafeinado con leche.
Como es festivo estoy en casa y desayuno tarde, entonces aparece ella por allí a buscar una magdalena de la mesa.
Me da pena y me duele llamarle la atención, pero es por su bien.
Ella se molesta, deja la magdalena y no quiere hablar más del tema, como siempre que se la pilla infraganti. Me dice que se ha levantado bajita, cuando le pregunto cuánto tenía de azúcar.

-¿Cuánto es bajita mami?
- 122
- Mamá, eso no es bajito. Lo que pasa que tu te acostumbraste a ver cifras muy altas y te tomas eso como si fuera bajito, pero no lo es. Tienes que tener en cuenta que a lo largo del día se va sumando, y cuando a la noche te tomas de nuevo el azúcar me dices:

- ¡Fíjate y ni he merendado!
- No se trata de no comer, se trata de comer bien mamá. Puedes darte un capricho de vez en cuando, pero no porque veas esa medida te la juegues y te la subas comiendo, ¿entiendes? Otros días amaneces en 80, entonces puedes comerte la magdalena, pero no el sándwich. O una cosa, o la otra.
- ¡Vale, vale!

No quiero que empiece el día molesta, termino de desayunar y la busco en su habitación y me siento hablar con ella.
Le vuelvo a preguntar si tiene claro que alimentos son los que le suben el azúcar y que me diga cuales son.
Empezamos a conversar, y vuelvo a explicarle como debe mezclar y que le sube más y que no. Y como debe ir calculando a lo largo del día para mantenerse estable y mantener esa buena calidad de vida sin demasiada medicación que está llevando.

- Mamá ¿te acuerdas cuando saliste del hospital? te recetaron un montón de insulina. Llegaste a 500 de azúcar en el hospital. Tan alta la tenías, que cuando estabas en 350 te querían dar el alta, y lo que batallamos para que te dejaran unos días más hasta que estuviste más bajita. Y te lo bajaron a golpe de insulina.
Cuando llegaste a casa te ponías de dos tipos, la que te decían "rápida", 3 veces al día, sumadas eran 49 unidades. Y también te ponías de la "lenta" 36 unidades cada noche. Ahora solo te pones por la noche, 2, 4 o 6 unidades, gracias a la comida. Entonces, ¿por qué te la juegas?
- Si, si, es verdad, tienes razón.
- ¿Te acuerdas, que yo no mezclaba los alimentos y apuntaba todo lo que te daba, a diferentes horas del día para ver qué efecto te hacia? ¿Y qué no era lo mismo por el día que por la noche? ¡Pobrecita! te tenía como un colador de tantos pinchazos para comprobar las subidas de azúcar. Pero lo conseguimos, te curaste comiendo como yo.
Mamá, si no le echas imaginación no lo consigues. ¿Cómo crees qué pude aguantar yo 7 meses vegetariana si no fue por la imaginación qué le eché?
Te propongo una cosa.
- A ver.
- ¿Por qué no haces un libro de recetas? Cada día te creas un menú diferente. Empieza apuntando cuanto tienes de azúcar, lo que desayunas.
Te preparas un almuerzo rico y lo pones muy lindo en el plato para que te entre por los ojos, eso es fundamental. Así vas viendo lo que hace cada cosa en tu cuerpo.
Si quieres te dejo hasta mi cámara de fotos y luego te ayudo y lo colgamos en Internet. (Mi madre me mira jejeje)
¿Por qué no, mamá? Es una forma de compartir con otras personas, a lo mejor ayudas a alguien que tiene tu mismo problema y se siente solo. Además tendrás la cabeza activa, una ilusión, un proyecto, algo que hacer.

Mi madre no habla nunca mucho, yo salgo a mi padre jejejeje.
Pero no me pone mala cara ante la idea, otra cosa es que lo haga, veremos.
¡Yo le presto hasta la libreta!
Entonces me decido y le cuento.

- ¿Sabes mamá? Tengo un blog nuevo.
- ¿Otro?
- Si, no sé si te conté que me invitaron a participar en un club de autores en Internet.
- No, no sabía.

Entonces le conté, como alguien que no conozco me descubrió en Internet y me invitó. Que he leído cosas que publican muy lindas, pero muchas veces muy tristes. Que creo anda mucha gente solitaria por la red con mucho dolor por dentro, y que así de una forma casual, espontánea, sobre la marcha mientras escribía se me ocurrió la idea de hacer un blog contando mi historia, esperando poder ayudar a personas que lo necesiten en cualquier parte del mundo aunque no las conozca.

- ¡Que bonito!
- Mamá, he puesto unos controladores de estadísticas para saber si alguien me visita y le interesa lo que escribo, y me he quedado sorprendida porque he visto banderas de diferentes países.
- ¿Y eso qué significa?
- Pues que me dice desde que país me visitan y cuantas personas ven mi blog.
- ¡No me digas! ¿Y te han visitado?
- ¡Si! y me ha hecho una ilusión tremenda, no solo desde España, también desde Rusia, México, diferentes países de América del Sur, Estados Unidos, de Inglaterra, hasta de Arabia Saudí. Me quedé alucinada cuando lo vi mamá. Luego bajo el portátil y te lo enseño.
- Vale.
- Es un proyecto de libro, no había dicho nada porque es una idea aun, pero me he emocionado viendo las visitas aunque no me hayan escrito nada. Bueno tengo un par de comentarios. Lilian leyó la presentación y otro de una chica que escribe en el club de autores.
Mamá, pienso que hay mucha gente en el mundo que se pueda sentir identificada con mi problema y que está sufriendo y a lo mejor les sirve.
- Por qué no, a lo mejor tu experiencia les sirve de ayuda.
- Más tarde te lo enseño.

Entonces subo y le empiezo a contar a mi marido y le digo lo de la banderas, se queda muy sorprendido y se lo muestro.
Yo me entretengo en mi ordenador en mis diferentes blogs, en cosas de trabajo que me traigo, y no cuento lo que escribo, y si no preguntan pues menos. Saben que publico, una más de mis variadas aficiones según me da pensarán, como siempre hago cosas distintas... Pero esto de escribir siempre fue lo más mío, mi mayor desahogo, desde siempre, para mí, en soledad, solo que ahora compartido.
Y como se suele decir: en casa del herrero cuchara de palo.
De vez en cuando comparto algo a ver las caras y opiniones, les gusta, eso dicen, yo pienso que están acostumbrados y a veces me aguantan el descargue jejeje pero hasta ahí. No le dan mayor importancia, vuelve la rutina, no preguntan y no cuento, pero sigo escribiendo.
Le digo a Pepe:

- ¿Quieres qué te lo lea?
- Léemelo cariño.

Y empiezo.
No pensé que me pasara esto tan fuerte. Me emociono muchísimo, me salen las lagrimas sin poder evitarlo, es demasiado fuerte para mi después de tantos años.
Es una suma de cosas y una sensación increíble.
Por un lado, me desnudo por primera vez el alma de todo lo que sentí, de mis miedos y mis silencios ante el hombre que tantas veces a visto desnudo mi cuerpo, que sabe todo lo que pasé por fuera, que intuía lo que me pasaba por dentro, pero que yo no se lo conté nunca, y lo estaba haciendo ahora a través de la lectura de este blog.
Es mi compañero, mi amor, mi amigo, mi apoyo, él que nunca me abandonó.
El que me abrazaba en silencio cuando yo tenía miedo y lo callaba y respetaba mi silencio.
El que me decía al oído que me quería estuviera como estuviera, porque era a mí a quién amaba, a la persona que yo era, no solo a un físico, cuando yo no me gustaba y no soportaba mirarme.

Empecé a temblar mientras hacía un gran esfuerzo para seguir leyendo.
Estaba sentada encima de la cama con el portátil en las piernas, y mi mano izquierda sobre el teclado. Tanto empecé a temblar que tuve que quitarla para que no se moviera el portátil, entonces empezó la pierna, ya toda yo temblaba.
Continué leyendo hasta el final como puede, tragando saliva y cogiendo aire.
Las lágrimas no pararon en ningún momento, dejé de intentar disimular y que corrieran a gusto por la cara ya sin limpiarlas, sin esconderme más.

Fue un largo viaje por el tiempo, un largo viaje a través del dolor.
Lo pude sentir, estaba ahí mismo como si estuviera pasando, lo reviví en mis carnes como si fuera ahora mismo.

Cuando terminé de leer me sentí liberada, al final se lo había contado, después de más de 18 años me dejé ver bien por dentro y sin tapujos.
Él estaba atragantado y con los ojos llorosos, no podía hablar.
Y yo solté un gran suspiro. Me sentí bien, desahogada.
Pepe solo podía en ese momento decirme:

- ¡Que fuerte! Aun no lo has superado ¿verdad?
- Si lo he superado cariño, pero ha sido un viaje de dolor por mi propia historia, y de compartir todo lo que callé, de tanto que llevaba dentro.
- Te entiendo y lo he visto, he vuelto a verlo de la forma que lo has contado. Es precioso mi amor, como trasmites, como lo cuentas, llegas.

Le di un beso y bajé a ver a mi madre. Le llevé el portátil y la instalé en el sofá a leer, la dejé sola y me fui a cocinar para ella, algo rico, pero bien sanito para mi mami.
La observé desde lejos. Cuándo terminó vino a la cocina, suspiró fuerte y me dijo:

- Uffff, ¡Que fuerte! ¡Lo he visto todo de nuevo, lo he vivido otra vez!
Es que como si lo viera, como si pasara de nuevo, lo viví otra vez.
Me abrazó, me besó, y me dijo besándome:

-¡Como escribes mi hija, eres un artista! Haces que lo vea.
Pienso que si puedes ayudar a otras personas. Necesito tomar agua.

Creo que es lo más bonito que me ha dicho nunca mi madre. Temblaba al besarme y al abrazarme.
Vi su reacción, no es nada fácil que mi madre muestre sus sentimientos y menos que los exprese. Se lo conté a mi marido y él me dijo:

- Si tu madre ha reaccionado así es que es bueno. Sigue escribiendo.
Y me regaló una gran sonrisa.

Así que seguiré mi viaje por el tiempo acompañada de esas banderas silenciosas que aparecen por mi blog.
Detrás de cada bandera, seguramente un historia, una vida, un ser humano.
Tal vez curioso. No sé lo que les moverá a otras personas a seguirme.

Solo sé que si sufres no estás solo. Puedo decirte que siempre somos más fuertes de lo que pensamos y que el instinto de supervivencia es tan grande que si te dejas te salva y te encuentras a ti mismo.
No dejes nunca de buscarte y mirar dentro de ti, que a lo mejor solo estás escondido esperando la oportunidad de salir.

2 comentarios:

Laube Leal dijo...

Ayyyyyyyyyyy, Ana, me has emocionado... Muchísimo!. Mejor no escribo ahora porque me echo a llorar y no es plan, que voy a cenar.
Un besote

Ana Rial Ybáñez dijo...

Hola Laube,
gracias por emocionarte conmigo, eso quiere decir que la historia que pretendo contar te ha llegado dentro, que no es solo a los mios al recordarla. Lo que pretendo al contar mi experiencia es ayuadar a otras personas a superarse pero sobre todo a AMARSE, así, en mayúsculas. ¡Espero conseguirlo!
Un beso lindo.