Perdida dentro de mi y buscándome sin encontrarme al mirarme en un espejo.
Callándome mis miedos al ver el reflejo de la sorpresa incrédula y del miedo disfrazado de temor ante la incertidumbre y la impotencia pero no el rechazo en los ojos de los que me quieren.
No queriendo preocuparlos más comiéndome mis propios miedos y mi impotencia de no saber que pasa.
Veo como mi pequeña mira asustada la cara de mamá que no se reconoce así misma y se esconde en el sofá. Ella va a la nevera y me trae la bolsa de kilo de guisantes congelados.
¡Toma mami! Te pondrás bien, tu siempre eres guapa.
El asombro en la cara de la gente, es un pueblo, me conocen, preguntan, cuchichean mi rápido cambio y creen que no los veo.
En el trabajo ves como te observan a ver si repites, unos con preocupación, los menos, otros con curiosidad, muchas veces mal hiriente y con toda falta de tacto.
Sobre todo por si tienes que abandonar tu turno corriendo y sustituirte.
O cuando el jefe hace notar que ya está harto.
El día a dia, sigues, no se para, pero no quieres dar explicaciones, ¿de qué? ¿de algo que no asimilas y menos entiendes?
A ti que te gusta tanto hablar, comunicarte, ser abierta, naciste así, cada día tienes menos ganas.
Si pudieras estarías todo el día metida en la cama a oscuras sin ver a nadie, en silencio.
Callarías hasta tus pensamientos, pero no puedes.
Tienes miedo pero callas, no lo compartes, es tu secreto, ante los demás solo estás más seria y comunicativa que lo normal, más triste.
Disimulas, dices que son los medicamentos, que como tu nunca tomas nada no te sientan muy bien anímicamente y continuas cambiando el tema.
No quieres preocupar más.
Es duro ver en los ojos de los que te quieren que quieren ayudarte, hacerte la vida más fácil, pero no está en su mano.
Que vas a decir cuando vigilan tu sueño que por las pastillas pueden ser horas y horas sin despertar y te despiertan asustados.
Cuando tu hijo se sienta en la escalera frente a la puerta del baño mientras te metes en la bañera con hielo y oyes como te pregunta:
¿Mamá, estás bien?
Si cariño, no te preocupes.
Tu madre te cuida con el mismo mimo que cuado eras pequeña.
Tu marido vela tu sueño, porque te da miedo dormir, porque te ha dicho un médico en urgencias que igual que se te inflama cualquier parte del cuerpo se te puede inflamar la lengua dentro de la boca y asfixiarte.
Y que corra a pincharme. ¡Venga más corticoides! Simpático el muchacho ¿no?
¡A ver quién coño duerme tranquilo!
Cuando aparece por donde le da la gana y sin avisar esta mierda de inflamación que me convierte en un monstruo que me miro y no me veo, que me da miedo de lo que veo en el espejo porque eso no soy yo joder.
¿Qué me está pasando? ¿tendré un cáncer y me estaré pudriendo por dentro y esto es un aviso por fuera?
¿Pero a quién le digo yo esto que pienso, que siento? ¿A mi familia? ¡Ni hablar!
¡Ya bastante tienen y hacen los pobres! Para qué los voy a preocupar más.
¿A los médicos? No tienen ni puta idea de lo que me pasa.
Soy vulgar en el lenguaje ahora, lo se.
Ahora que lo cuento me lo puedo permitir después de todo lo que pasé.
Y lo digo de corazón. Por su prepotencia. Por jugar a ser Dioses.
Por ser cobardes y no reconocer que no sabían que me pasaba.
Por no decírmelo y cambiar un poco, hablar conmigo, por mantenerse tan lejos cuando necesitaba ayuda y no decirme más humanamente si quieres podemos intentar esto.
Porque me vieron muchos. El cabecera, el de turno cuando el mío no estaba.
En urgencias, el de turno en urgencias uno cualquiera de ellos de tantas veces.
Los dermatólogos, unos cuantos.
Los del departamento de alergias. Hasta el director y me llenaron el brazo de pruebas de arriba hasta abajo.
Nadie sabía que pasaba pero ponían cara de que si.
Como si fueran Dioses y yo una pobre mortal ignorante que solo debía seguir las indicaciones sin hacer preguntas incomodas.
Y yo, a la que no le gustaba ni tomar un jarabe, ni una triste aspirina. Que mi marido me echaba la broca porque me llevaba al médico, arrastras comprábamos las medicinas y no me las tomaba y yo con mis remedios naturales. Y él me decía que si pensaba que me iba a curar solo con ir a comprar en la farmacia.
Pues confieso que tenía tanto miedo que por una vez en mi vida les hice caso y fui la mejor paciente del mundo y me tome todo lo que me decían, a sus horas y tratamientos completos.
Pero cada vez estaba peor y entonces me cambiaban el tratamiento.
Y yo les hacia caso como una niña buena a la que cada vez le vida le parecía que pasaba más lenta y que todo era menos importante y ya no tenia ilusión. Ni fuerza para proyectos nuevos. Y mi alma inquieta se escondió asustada y triste muy dentro de mi asfixiadita perdida y sin que su dueña tuviera ni ganas ni fuerzas de echarle una mano para que volviera a salir.
Pero aunque en esos momentos yo no lo veía el Sol iba a volver a salir, solo tenía que abrir los ojos y querer verlo y hundir mi alma en él para llenarme de energía para resurgir de mis cenizas como lo hice.
Una buena alimentación es la base para una buena salud, equilibrio mental y emocional. Esta es una historia de como la comida puede devolverte la sonrisa y las ganas de vivir.
domingo, 2 de mayo de 2010
sábado, 1 de mayo de 2010
Presentación
Dentro de nada tendremos el verano encima y a todos nos gusta lucir tipo.
Pero claro, no es lo mismo que en invierno, que vamos tan tapaditos y disimulamos un montón.
Lo malo es que en muchas ocasiones nos creemos todo lo que dicen las publicidades, y ante la desesperación al quitarnos la ropa y ver esos kilos de más que se han ido acumulando poco a poco pero queremos que se vayan deprisa deprisa.
Entonces somos pasto de todos esas publicidades engañosas, dietas milagro etc etc.
Y lo peor de todo esto no es el dinero que perdamos, si no la salud que vamos dejando por el camino entre intento e intento.
A todos también nos habrá ocurrido que hemos perdido peso muy rápido y nos hemos puesto súper contentos, pero luego hemos duplicado ese peso a mayor velocidad aun.
A todas estas, a nuestro cuerpo no le estamos haciendo ni caso.
Somos sordos, ciegos e ignorantes porque no lo escuchamos.
Si nos viéramos por dentro en un espejo como por fuera habría muchas cosas que de seguro no haríamos con nuestro cuerpo.
Poco a poco el ser humano se ha convertido en un animal sin instinto, porque es que no le hacemos ni caso.
Un ejemplo, muchas veces hemos escuchado o dicho:
Parece que esto sabe raro ¿no? No se lo noto diferente ¿verdad?
Pero al final ¡pá dentro!
Luego vienen las intoxicaciones y el.....¡Ya decía yo que me sabía raro!
Yo siempre fui muy delgada, antes de ser madre, una talla 36 o 38.
Lucia tipazo, vaqueros ajustados como un guante, de esos que cuando tienes más peso marcan también todos los defectos. Incluso pasé modelos para una boutique.
Mi hijo nació cuando yo tenía 18 años y medio. Después como mucho llevaba una 42 durante el primer año tras del parto. Ocurrió igual cuando tuve a la niña a los 25.
Mi cuerpo volvía a la normalidad sin problema. Como mido 1.68 los quilos que me quedaron cuando fui madre me sentaron bien y estaba contenta con mi cuerpo.
Pues hace unos años ocurrió lo que nunca pensé que me sucedería a mí, yo que me ponía un saco y me quedaba bien.
Contaré brevemente esta historia que no le deseo a nadie porque no solo fue tener sobre peso Por momentos mi cuerpo se transformaba, empezaban a picarme las cejas y terminaba convertida en un monstruo que no me reconocía ni yo al mirarme en el espejo. Pensaba en la película el hombre elefante, que se quedaba corto conmigo.
Y lo peor era no saber que me pasaba, darme cuenta que los médicos no tenían ni idea y que me convertí en su conejo de indias por casi un año.
Pasé de 60 kg a 87 en 11 meses. A no saber que talla llevaba, a ir a comprar ropa y terminar llorando si nada. Y sin que desaparecieran las transformaciones y tupida a pastillas e inyecciones.
Muy duro y muy largo de contar.
Han pasado ya 18 años y estoy convencida de que tomé una de la decisiones más importantes de mi vida porque si no a lo mejor no lo estaría contando ahora.
Y esa decisión fue cuando tomé las riendas de mi salud pensando:
¡Si me muero, me muero yo sola, si me equivoco es mi responsabilidad, pero no voy a dejar que experimenten más conmigo ni que me mate nadie, yo no soy más conejo de indias de nadie!
Y nadie me mató, y me curé comiendo todo aquello que me prohibieron.
Hoy como de todo, pero estuve 7 meses absolutamente vegetariana para limpiar mi cuerpo de medicación, y me salvó la medicina natural, la homeopatía y la acupuntura con agujas y láser.
Pero lo peor de todo fue aceptar el diagnostico, saber que la naturópata tenía razón cuando me dijo:
Tu organismo está intoxicado y hay que limpiarlo pero eso no es problema, el gran problema es que tu cuerpo esta enfermó por falta de amor. Tu no te estás queriendo y te estás dejando ir.
Llega un momento amigos que solo te quedan dos opciones:
¡Estas en un charco de mierda hasta el cuello, o abres la boca y te la tragas y te hundes para siempre. O, estiras el cuello como las jirafas y sales del charco.!
Yo elegí la del cuello de jirafa. Y cuando salí del charco miré desde la orilla y me dije:
¡Ni de coña entro más ahí! Ana, una optimista de la vida como tu, no puedes volver a caer.
Y no he vuelto más a visitar ese charco. Me quiero demasiado para arriesgarme solo a que me salpique.
En realidad siempre me he querido mucho, hasta que dejé de ser yo cuando no me reconocía y me perdí dentro de mí, y eso es muy chungo, se pasa muy mal.
Es ahora que me sentía fuerte para contarlo y compartirlo y sin darme cuenta he empezado a llorar ¡que fuerte!
Pero bueno ya está, sigue Ana.
Tuve que soportar un golpe más fuerte para que me diera la última sacudida. Que mi querida amiga Jenni viniera a buscare al trabajo por que mi niña de cinco añitos se calló de unos 15 mtrs. y estaba en el hospital en coma.
Una barandilla en mal estado joder, tuvo que pasar para que las arreglaran todas.
Ella no estaba sola, se le fue de la mano a su hermano mayor de 12 años y casí se tira a buscarla, estaban buscando al perrito de la amiga por nuestra urbanización.
Yo no podía permitirme el lujo de perderme dentro de mí, de no estar 100 x100.
Hoy parece una pesadilla, pero pasó. Me dicen los amigos Ana eres fuerte.
Yo me pregunto ¿me quedaba otra?
Siempre pensamos que no podemos más, pero si podemos, yo lo se, y podemos ser muy felices porque todos los días sale el sol.
Se me ocurrió una idea que comparto a ver que pasa.
Me gusta escribir, me hace sentir bien y siempre lo he hecho para hablar conmigo, con mi querida amiga Ana jejeje y he aprendido tanto de todo esto. Que me he hecho hasta un viaje al interior para descubrirme a mi misma y preguntarme que quiere Ana, no que esperan de Ana.
Y hoy soy tan feliz conmigo misma, aunque a veces me también me cabreo conmigo, pero luego vuelvo y me enrollo cuando me digo:
Ehhhhhhhh ¿qué estás haciendo? Nooooo
Y entonces cojo aire y sonrío. La mejor medicina.
También soy una amante de la cocina, me curé con comida de forma sana, le eché muchaaaaaaaaaa imaginación sino no hubiera aguantado.
En enero empecé mi blog “Cocina creativa con amor”. Y desde hace aproximadamente un año que llevo mi blog de "Pensando sobre un papel", que fue un regalo de cumpleaños que me hicieron.
Pero no conocía a otros blogeros hasta hace apenas nada que me invitaron a participar en estos clubs en Internet que me han dado la oportunidad de leer y visitar otros blogs y comunicarme con personas con inquietudes similares a las mías.
En enero empecé mi blog “Cocina creativa con amor”. Y desde hace aproximadamente un año que llevo mi blog de "Pensando sobre un papel", que fue un regalo de cumpleaños que me hicieron.
Pero no conocía a otros blogeros hasta hace apenas nada que me invitaron a participar en estos clubs en Internet que me han dado la oportunidad de leer y visitar otros blogs y comunicarme con personas con inquietudes similares a las mías.
Pues sumando todo he pensado que mi historia pueda ayudar a otras personas porque he leído a compañeros muy tristes y la buena alimentación es salud y genera sonrisas y alegra el alma, sobre todo cuando sabes que no estás solo.
Así que si me quieres seguir, esta es la primera parte de mi idea, donde a través de la palabra con cariño, con recetas, fotos y sentimientos trataré de contar una historia a la que le he puesto por nombre
Somos lo que comemos
¡Quiérete!
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