-¿No vas a comer?
-Si Papi ahora como.
-¿Qué has comido hoy?
-Desayuné.
-¿Pero no has visto la hora que es?
- Si pero aun no tengo hambre.
-Tu nunca tienes hambre. Hasta te olvidas de comer.
-¡Ya será menos Papá!
- Venga siéntate que te pongo de comer.
-Bueno, vale.
-Siempre protestando.
-¡Pero si no he dicho nada!-
-Y no se calla la jodía chiquilla, ella siempre tiene que decir la última palabra.
-¿Qué dije….?
Mi padre se va para la cocina y yo me rio.
En el fondo tenía razón, me enrollo en cuarenta cosas y me olvido de comer.
¿Qué había desayunado? A ver.. ¡Así , un vaso leche con cacao y medio bocata de jamón con mantequilla! Eso fue a las ocho de la mañana.
Miro la hora, son casi las tres. El viejo tiene otra vez razón.
No es que no me guste comer, todo lo contrario, me encanta, lo que como que me gusta lo disfruto. En realidad como de todo.
¡Menos judías! Ahgggggggggg esas que se usan para la fabada. Ninguna me gusta, ni las blancas, ni las negras, ni las pintas… Y mi hermano se pirra por las judías blancas con vinagre.
Recuerdo que cuando era pequeñita en Barcelona cuando vivíamos con mis abuelos las hacían y para mí siempre cocinaban otra cosa porque no me las podía tragar y venga a beber agua. Yo creo que las ahogaba en la barriga jajaja Al final desistieron de hacérmelas comer.
De resto, como de todo y pruebo cosas nuevas encantada. El problema no es que no coma por algún motivo concreto. Simplemente que me olvido de comer y aguanto un motón de horas sin comer y luego reconozco que soy muy lenta y me lleno enseguida.
De pequeña podía estar una hora de reloj para comerme un simple sándwich, desesperando al que me esperaba.
Mi padre me pone unos platos de esos trincheros del restaurante bien llenos, a él no le gusta que nadie pase hambre. Los clientes, pocos se terminan sus platos, pero él es un artista de la cocina.
Desde que mi padre dejó de navegar por esos mares de Dios como decía mi madre, tenía yo once años, desde entonces se dedica a la hostelería. La vida familiar la hacemos en el restaurante. Yo por la mañana ayudo llevando el chiringuito de la terraza y por la tarde voy a la escuela de turismo. Regreso, hago los deberes, ceno y me marcho a casa en la guagua porque mis padres y mi hermano que es mayor, van más tarde, sobre la una de la mañana cuando cierran.
Antes yo comía en casa, mi colegio está enfrente mismo de casa. Pero en una ocasión mi hermano se pillo la gripe y no podía ir a trabajar y al final se quedo con la movida y se chivó a mi padre de que no comía y desde entonces me obligan a ir al restaurante, ya no me dejaron comer más sola en casa.
- Bueno aquí tienes. Me haces el favor de no levantarte hasta que te lo hayas comido todo.
- Papa, me pones mucho .
- A comer.
Pepe está enfrente escuchando todo y se ríe. Cuando mi padre se va de nuevo a la cocina me dice burlón:
- Como te levantes sin comer se lo digo a tu padre.
- ¡Venga ya tío. Chivato! – y me rio.
- Jajajaja, tu no comas y verás.
Yo miro ese tremendo plato de espaguetis boloñesa, que tiene una pinta y un olor divino, pego un suspiro y pienso:
-¡Adelante, Ana, a ver hasta donde llegas!
Pepe es amigo de mi hermano Santy desde hace tiempo, el invierno anterior trabajaba en el restaurante Nápoles que está enfrente del nuestro. Él se iba todos los veranos ha hacer la temporada en Ibiza y cuando regresó en octubre, mi padre le ofreció trabajar con nosotros en el Grill Casa Santy, en la calle Bernardo de la Torre, en Las Palmas.
La primera noche que llegó, mi hermano y él se iban de marcha a la discoteca y yo volví loco a mi hermano para que me llevara con ellos.
Mi hermano tiene casi cinco años más que yo. Lo convencí y él a mi padre. Y nos fuimos los tres de juerga.
Ese verano que Pepe estaba en Ibiza yo había empezado a los quince añitos a salir con mi hermano de marcha a las verbenas. Venían al restaurante sus amigos a buscarlo.
Una noche iban a la “Verbena del Lechón” en Arucas, y yo le comí el coco a unos de los amigos que se llevaban muy bien conmigo. Yo estaba en la barra y les servía y al final convencieron a mi hermano y él al viejo.
Iba súper cuidada, con de diez a quince hermanos mayores. No llevaban ni a una novia ni a una hermana, yo era la única chica que iba, jejeje decían que yo no les cortaba el rollo y estaban a su aire.
Todos eran mayores qué yo. El problema era qué, a ver quién ligaba con tanto hermano mayor, no dejaban que nadie se me acercara jajaja, pero me lo pasaba en grande.
Así que cuando llegó Pepe me faltó tiempo para apuntarme. Me faltaban un par de meses para los dieciséis. Él tenía los veintiséis recién cumplidos. Me miró, miró a mi hermano y le dijo:
- ¿Tu padre la deja ir?
- Aní enróllate.- Decía Santy.
- Anda Santy llévame, que más te da.
- Venga Santy, vamos a llevarla hombre.
- Bueno, está bien, se lo voy a decir al viejo.
Y nos fuimos en el Volkswagen cucaracha de mi hermano. Estuvimos en la Discoteca JEROME 2000, allí actuaba un primo mío con su compañero. Mi primo Manolín tocaba los bongos y cantaba y el otro tocaba el órgano eléctrico.
Cuando bajamos la escalera vimos a una señora de uniforme con una fregona en medio de la pista, yo les dije:
- Mira, como el show de Carol Burnett, jejeje
Nos sentamos en la barra y pedimos algo de tomar. Mi primo empezó a cantar un bolero de Lucho Gatica que me encanta, Reloj no marques las horas.
Y le dije a mi hermano:
- Santy vamos a bailar.
- No que estoy controlando a aquella “periquita”
Miro hacia donde miraba él, y veo a una chica que era aprendiza de una peluquería de unos amigos de mi madre que estaba en nuestro edificio. Estaba sentada con unas amigas y lo miraban y se reían.
No es por nada pero mi hermano es un guaperas, alto, delgado, muy simpático, y para los chistes una pasada. Te lo pasas muy bien con él, es muy divertido.
- No cambias tío.
- Jajajaja
Cogí a Pepe del brazo y lo baje de un tirón de la banqueta.
- Pepe, vamos a bailar nosotros.
No le di oportunidad a negarse.
Nos fuimos a la pista. Nada más bajar el escalón sentí: ¡¡¡Chaffplas!!!
La pista llena de agua jajaja. Resultó que no era ningún show, se había roto el aire acondicionado y salía el agua por la pista jajaja
De repente, mi primo deja de cantar, baja a la pista y el muy cachondo me remanga a mi los pantalones y vuelve a subir a cantar. (Debe ser de familia jajaja)
Al final decidimos subir a bailar al pasillo.
Yo me colgué del cuello de Pepe como si fuera mi hermano, con la misma confianza.
Él, el pobre, no acertaba a donde poner las manos.
Yo iba con un vaquero blanco ajustado, y una blusa sin espalda con una lazada al cuello.
Delgadita, unos 50 kg y 1´68 de estatura.
Donde quiera que Pepe tocaba era carne y él trataba de mantener el tipo y las distancias.
Y solo se le ocurrió decir:
- Que dulce eres bailando.
Yo lo miré, me sonreí y le dije riéndome:
- Como en todo.
Él se puso tan nervioso que me dijo:
- ¡Anda niña, vamos a sentarnos!
Jajaja, sinceramente, no había nada más detrás de esa frase, fue inocente, y el doble sentido de la frase sin pretenderlo. Cosa que con mi sentido del humor, a veces me metía en problemas sin pensarlo. La edad.
Como me decía mi abuela “Juventud, divino tesoro”
Siempre me lo decía por lo trasto que yo era, solo una loquilla divertida. Nada más.
Pero claro, Pepe ya era un hombre y tenía díez años más que yo y pensó que era mejor retirarse a tiempo.
Cuando llegamos a la barra, me fui al baño y a mi hermano que le falto tiempo jejeje se lo mira muy serio y le dice.
- ¡Oye tu! Que esa es mi hermana pequeña.
- ¿Qué pasa Santy? Que yo se respetar.
Llegué del baño y disimularon. Yo de esta conversación me enteré mucho más tarde.
Al final cerraron la discoteca por el rollo del agua. Pasamos una noche increíble.
Terminamos dando un paseo por la playa de las Canteras.
Fue el comienzo de una gran amistad.
Una buena alimentación es la base para una buena salud, equilibrio mental y emocional. Esta es una historia de como la comida puede devolverte la sonrisa y las ganas de vivir.
sábado, 10 de julio de 2010
lunes, 7 de junio de 2010
Viaje através del tiempo...de compañia, banderas silenciosas.
Hace más de un mes que no escribía en este blog.
El proyecto toma forma en mi mente, pero la verdad es que después de escribir "Perdida" y vaciarme por dentro me era muy difícil leerlo. Cada vez que comenzaba se me movían muchas cosas por dentro, y en mi soledad se me escapaba una lagrima y lo dejaba reposar.
Mientras, me entretengo pensando y recordando, para que vaya fluyendo directamente cada vez que el corazón y la necesidad de trasmitir me traen de nuevo ante el teclado.
Hoy ha sido una conversación en el desayuno. Mi madre es diabética e hipertensa, tiene 80 años y vive conmigo. Le pierde la comida, siempre le ha gustado comer "bien" y de caprichito, por eso ahora le cuesta mucho mantener una dieta.
Yo a veces le digo que es una loca con suerte, porque parece un pajarito pero es una roca. Ha salido dos veces del cáncer, de dos distintos, independientes, y lo está contando, pero vive quejándose y víctima de si misma, sin ilusiones y pegada a la tele.
Pero luego no se pierde una visita al médico, lo tiene súper controlado.
La he visto con 500 de hiperglucemia, azúcar para ella. También la he visto con la tensión alta hasta 21, con la mirada rara pero manteniendo el tipo la señora.
Hospitalizada gravísima no se quejaba para nada, valiente, se agarra a la vida con uñas y dientes. También se agarra a mi, como si inconscientemente solo yo le diera esa seguridad. Cada vez que tenía que pasar por las mañanas los médicos, me decía:
- ¿Vas a estar tu verdad?
En contradicción, no le da importancia a la suerte que ha tenido, y te dice cosas como:
- ¿De qué voy hablar yo?
Y yo llevo veinticinco años luchando con el pesimismo de ella, y no me da la gana de rendirme y vuelvo una y otra vez al ataque con mis conversaciones con ella para hacerla reaccionar. Me hace caso dos días y volvemos a empezar.
Hice unas magdalenas de coco. Usé azúcar morena, pero no le puse demasiada, así ella podría probarlas si amanecía bajita del azúcar. Le dije que si era así se podía desayunar una.
A la mañana siguiente la veo desayunándose un sándwich de jamón con mantequilla y un descafeinado con leche.
Como es festivo estoy en casa y desayuno tarde, entonces aparece ella por allí a buscar una magdalena de la mesa.
Me da pena y me duele llamarle la atención, pero es por su bien.
Ella se molesta, deja la magdalena y no quiere hablar más del tema, como siempre que se la pilla infraganti. Me dice que se ha levantado bajita, cuando le pregunto cuánto tenía de azúcar.
-¿Cuánto es bajita mami?
- 122
- Mamá, eso no es bajito. Lo que pasa que tu te acostumbraste a ver cifras muy altas y te tomas eso como si fuera bajito, pero no lo es. Tienes que tener en cuenta que a lo largo del día se va sumando, y cuando a la noche te tomas de nuevo el azúcar me dices:
- ¡Fíjate y ni he merendado!
- No se trata de no comer, se trata de comer bien mamá. Puedes darte un capricho de vez en cuando, pero no porque veas esa medida te la juegues y te la subas comiendo, ¿entiendes? Otros días amaneces en 80, entonces puedes comerte la magdalena, pero no el sándwich. O una cosa, o la otra.
- ¡Vale, vale!
No quiero que empiece el día molesta, termino de desayunar y la busco en su habitación y me siento hablar con ella.
Le vuelvo a preguntar si tiene claro que alimentos son los que le suben el azúcar y que me diga cuales son.
Empezamos a conversar, y vuelvo a explicarle como debe mezclar y que le sube más y que no. Y como debe ir calculando a lo largo del día para mantenerse estable y mantener esa buena calidad de vida sin demasiada medicación que está llevando.
- Mamá ¿te acuerdas cuando saliste del hospital? te recetaron un montón de insulina. Llegaste a 500 de azúcar en el hospital. Tan alta la tenías, que cuando estabas en 350 te querían dar el alta, y lo que batallamos para que te dejaran unos días más hasta que estuviste más bajita. Y te lo bajaron a golpe de insulina.
Cuando llegaste a casa te ponías de dos tipos, la que te decían "rápida", 3 veces al día, sumadas eran 49 unidades. Y también te ponías de la "lenta" 36 unidades cada noche. Ahora solo te pones por la noche, 2, 4 o 6 unidades, gracias a la comida. Entonces, ¿por qué te la juegas?
- Si, si, es verdad, tienes razón.
- ¿Te acuerdas, que yo no mezclaba los alimentos y apuntaba todo lo que te daba, a diferentes horas del día para ver qué efecto te hacia? ¿Y qué no era lo mismo por el día que por la noche? ¡Pobrecita! te tenía como un colador de tantos pinchazos para comprobar las subidas de azúcar. Pero lo conseguimos, te curaste comiendo como yo.
Mamá, si no le echas imaginación no lo consigues. ¿Cómo crees qué pude aguantar yo 7 meses vegetariana si no fue por la imaginación qué le eché?
Te propongo una cosa.
- A ver.
- ¿Por qué no haces un libro de recetas? Cada día te creas un menú diferente. Empieza apuntando cuanto tienes de azúcar, lo que desayunas.
Te preparas un almuerzo rico y lo pones muy lindo en el plato para que te entre por los ojos, eso es fundamental. Así vas viendo lo que hace cada cosa en tu cuerpo.
Si quieres te dejo hasta mi cámara de fotos y luego te ayudo y lo colgamos en Internet. (Mi madre me mira jejeje)
¿Por qué no, mamá? Es una forma de compartir con otras personas, a lo mejor ayudas a alguien que tiene tu mismo problema y se siente solo. Además tendrás la cabeza activa, una ilusión, un proyecto, algo que hacer.
Mi madre no habla nunca mucho, yo salgo a mi padre jejejeje.
Pero no me pone mala cara ante la idea, otra cosa es que lo haga, veremos.
¡Yo le presto hasta la libreta!
Entonces me decido y le cuento.
- ¿Sabes mamá? Tengo un blog nuevo.
- ¿Otro?
- Si, no sé si te conté que me invitaron a participar en un club de autores en Internet.
- No, no sabía.
Entonces le conté, como alguien que no conozco me descubrió en Internet y me invitó. Que he leído cosas que publican muy lindas, pero muchas veces muy tristes. Que creo anda mucha gente solitaria por la red con mucho dolor por dentro, y que así de una forma casual, espontánea, sobre la marcha mientras escribía se me ocurrió la idea de hacer un blog contando mi historia, esperando poder ayudar a personas que lo necesiten en cualquier parte del mundo aunque no las conozca.
- ¡Que bonito!
- Mamá, he puesto unos controladores de estadísticas para saber si alguien me visita y le interesa lo que escribo, y me he quedado sorprendida porque he visto banderas de diferentes países.
- ¿Y eso qué significa?
- Pues que me dice desde que país me visitan y cuantas personas ven mi blog.
- ¡No me digas! ¿Y te han visitado?
- ¡Si! y me ha hecho una ilusión tremenda, no solo desde España, también desde Rusia, México, diferentes países de América del Sur, Estados Unidos, de Inglaterra, hasta de Arabia Saudí. Me quedé alucinada cuando lo vi mamá. Luego bajo el portátil y te lo enseño.
- Vale.
- Es un proyecto de libro, no había dicho nada porque es una idea aun, pero me he emocionado viendo las visitas aunque no me hayan escrito nada. Bueno tengo un par de comentarios. Lilian leyó la presentación y otro de una chica que escribe en el club de autores.
Mamá, pienso que hay mucha gente en el mundo que se pueda sentir identificada con mi problema y que está sufriendo y a lo mejor les sirve.
- Por qué no, a lo mejor tu experiencia les sirve de ayuda.
- Más tarde te lo enseño.
Entonces subo y le empiezo a contar a mi marido y le digo lo de la banderas, se queda muy sorprendido y se lo muestro.
Yo me entretengo en mi ordenador en mis diferentes blogs, en cosas de trabajo que me traigo, y no cuento lo que escribo, y si no preguntan pues menos. Saben que publico, una más de mis variadas aficiones según me da pensarán, como siempre hago cosas distintas... Pero esto de escribir siempre fue lo más mío, mi mayor desahogo, desde siempre, para mí, en soledad, solo que ahora compartido.
Y como se suele decir: en casa del herrero cuchara de palo.
De vez en cuando comparto algo a ver las caras y opiniones, les gusta, eso dicen, yo pienso que están acostumbrados y a veces me aguantan el descargue jejeje pero hasta ahí. No le dan mayor importancia, vuelve la rutina, no preguntan y no cuento, pero sigo escribiendo.
Le digo a Pepe:
- ¿Quieres qué te lo lea?
- Léemelo cariño.
Y empiezo.
No pensé que me pasara esto tan fuerte. Me emociono muchísimo, me salen las lagrimas sin poder evitarlo, es demasiado fuerte para mi después de tantos años.
Es una suma de cosas y una sensación increíble.
Por un lado, me desnudo por primera vez el alma de todo lo que sentí, de mis miedos y mis silencios ante el hombre que tantas veces a visto desnudo mi cuerpo, que sabe todo lo que pasé por fuera, que intuía lo que me pasaba por dentro, pero que yo no se lo conté nunca, y lo estaba haciendo ahora a través de la lectura de este blog.
Es mi compañero, mi amor, mi amigo, mi apoyo, él que nunca me abandonó.
El que me abrazaba en silencio cuando yo tenía miedo y lo callaba y respetaba mi silencio.
El que me decía al oído que me quería estuviera como estuviera, porque era a mí a quién amaba, a la persona que yo era, no solo a un físico, cuando yo no me gustaba y no soportaba mirarme.
Empecé a temblar mientras hacía un gran esfuerzo para seguir leyendo.
Estaba sentada encima de la cama con el portátil en las piernas, y mi mano izquierda sobre el teclado. Tanto empecé a temblar que tuve que quitarla para que no se moviera el portátil, entonces empezó la pierna, ya toda yo temblaba.
Continué leyendo hasta el final como puede, tragando saliva y cogiendo aire.
Las lágrimas no pararon en ningún momento, dejé de intentar disimular y que corrieran a gusto por la cara ya sin limpiarlas, sin esconderme más.
Fue un largo viaje por el tiempo, un largo viaje a través del dolor.
Lo pude sentir, estaba ahí mismo como si estuviera pasando, lo reviví en mis carnes como si fuera ahora mismo.
Cuando terminé de leer me sentí liberada, al final se lo había contado, después de más de 18 años me dejé ver bien por dentro y sin tapujos.
Él estaba atragantado y con los ojos llorosos, no podía hablar.
Y yo solté un gran suspiro. Me sentí bien, desahogada.
Pepe solo podía en ese momento decirme:
- ¡Que fuerte! Aun no lo has superado ¿verdad?
- Si lo he superado cariño, pero ha sido un viaje de dolor por mi propia historia, y de compartir todo lo que callé, de tanto que llevaba dentro.
- Te entiendo y lo he visto, he vuelto a verlo de la forma que lo has contado. Es precioso mi amor, como trasmites, como lo cuentas, llegas.
Le di un beso y bajé a ver a mi madre. Le llevé el portátil y la instalé en el sofá a leer, la dejé sola y me fui a cocinar para ella, algo rico, pero bien sanito para mi mami.
La observé desde lejos. Cuándo terminó vino a la cocina, suspiró fuerte y me dijo:
- Uffff, ¡Que fuerte! ¡Lo he visto todo de nuevo, lo he vivido otra vez!
Es que como si lo viera, como si pasara de nuevo, lo viví otra vez.
Me abrazó, me besó, y me dijo besándome:
-¡Como escribes mi hija, eres un artista! Haces que lo vea.
Pienso que si puedes ayudar a otras personas. Necesito tomar agua.
Creo que es lo más bonito que me ha dicho nunca mi madre. Temblaba al besarme y al abrazarme.
Vi su reacción, no es nada fácil que mi madre muestre sus sentimientos y menos que los exprese. Se lo conté a mi marido y él me dijo:
- Si tu madre ha reaccionado así es que es bueno. Sigue escribiendo.
Y me regaló una gran sonrisa.
Así que seguiré mi viaje por el tiempo acompañada de esas banderas silenciosas que aparecen por mi blog.
Detrás de cada bandera, seguramente un historia, una vida, un ser humano.
Tal vez curioso. No sé lo que les moverá a otras personas a seguirme.
Solo sé que si sufres no estás solo. Puedo decirte que siempre somos más fuertes de lo que pensamos y que el instinto de supervivencia es tan grande que si te dejas te salva y te encuentras a ti mismo.
No dejes nunca de buscarte y mirar dentro de ti, que a lo mejor solo estás escondido esperando la oportunidad de salir.
El proyecto toma forma en mi mente, pero la verdad es que después de escribir "Perdida" y vaciarme por dentro me era muy difícil leerlo. Cada vez que comenzaba se me movían muchas cosas por dentro, y en mi soledad se me escapaba una lagrima y lo dejaba reposar.
Mientras, me entretengo pensando y recordando, para que vaya fluyendo directamente cada vez que el corazón y la necesidad de trasmitir me traen de nuevo ante el teclado.
Hoy ha sido una conversación en el desayuno. Mi madre es diabética e hipertensa, tiene 80 años y vive conmigo. Le pierde la comida, siempre le ha gustado comer "bien" y de caprichito, por eso ahora le cuesta mucho mantener una dieta.
Yo a veces le digo que es una loca con suerte, porque parece un pajarito pero es una roca. Ha salido dos veces del cáncer, de dos distintos, independientes, y lo está contando, pero vive quejándose y víctima de si misma, sin ilusiones y pegada a la tele.
Pero luego no se pierde una visita al médico, lo tiene súper controlado.
La he visto con 500 de hiperglucemia, azúcar para ella. También la he visto con la tensión alta hasta 21, con la mirada rara pero manteniendo el tipo la señora.
Hospitalizada gravísima no se quejaba para nada, valiente, se agarra a la vida con uñas y dientes. También se agarra a mi, como si inconscientemente solo yo le diera esa seguridad. Cada vez que tenía que pasar por las mañanas los médicos, me decía:
- ¿Vas a estar tu verdad?
En contradicción, no le da importancia a la suerte que ha tenido, y te dice cosas como:
- ¿De qué voy hablar yo?
Y yo llevo veinticinco años luchando con el pesimismo de ella, y no me da la gana de rendirme y vuelvo una y otra vez al ataque con mis conversaciones con ella para hacerla reaccionar. Me hace caso dos días y volvemos a empezar.
Hice unas magdalenas de coco. Usé azúcar morena, pero no le puse demasiada, así ella podría probarlas si amanecía bajita del azúcar. Le dije que si era así se podía desayunar una.
A la mañana siguiente la veo desayunándose un sándwich de jamón con mantequilla y un descafeinado con leche.
Como es festivo estoy en casa y desayuno tarde, entonces aparece ella por allí a buscar una magdalena de la mesa.
Me da pena y me duele llamarle la atención, pero es por su bien.
Ella se molesta, deja la magdalena y no quiere hablar más del tema, como siempre que se la pilla infraganti. Me dice que se ha levantado bajita, cuando le pregunto cuánto tenía de azúcar.
-¿Cuánto es bajita mami?
- 122
- Mamá, eso no es bajito. Lo que pasa que tu te acostumbraste a ver cifras muy altas y te tomas eso como si fuera bajito, pero no lo es. Tienes que tener en cuenta que a lo largo del día se va sumando, y cuando a la noche te tomas de nuevo el azúcar me dices:
- ¡Fíjate y ni he merendado!
- No se trata de no comer, se trata de comer bien mamá. Puedes darte un capricho de vez en cuando, pero no porque veas esa medida te la juegues y te la subas comiendo, ¿entiendes? Otros días amaneces en 80, entonces puedes comerte la magdalena, pero no el sándwich. O una cosa, o la otra.
- ¡Vale, vale!
No quiero que empiece el día molesta, termino de desayunar y la busco en su habitación y me siento hablar con ella.
Le vuelvo a preguntar si tiene claro que alimentos son los que le suben el azúcar y que me diga cuales son.
Empezamos a conversar, y vuelvo a explicarle como debe mezclar y que le sube más y que no. Y como debe ir calculando a lo largo del día para mantenerse estable y mantener esa buena calidad de vida sin demasiada medicación que está llevando.
- Mamá ¿te acuerdas cuando saliste del hospital? te recetaron un montón de insulina. Llegaste a 500 de azúcar en el hospital. Tan alta la tenías, que cuando estabas en 350 te querían dar el alta, y lo que batallamos para que te dejaran unos días más hasta que estuviste más bajita. Y te lo bajaron a golpe de insulina.
Cuando llegaste a casa te ponías de dos tipos, la que te decían "rápida", 3 veces al día, sumadas eran 49 unidades. Y también te ponías de la "lenta" 36 unidades cada noche. Ahora solo te pones por la noche, 2, 4 o 6 unidades, gracias a la comida. Entonces, ¿por qué te la juegas?
- Si, si, es verdad, tienes razón.
- ¿Te acuerdas, que yo no mezclaba los alimentos y apuntaba todo lo que te daba, a diferentes horas del día para ver qué efecto te hacia? ¿Y qué no era lo mismo por el día que por la noche? ¡Pobrecita! te tenía como un colador de tantos pinchazos para comprobar las subidas de azúcar. Pero lo conseguimos, te curaste comiendo como yo.
Mamá, si no le echas imaginación no lo consigues. ¿Cómo crees qué pude aguantar yo 7 meses vegetariana si no fue por la imaginación qué le eché?
Te propongo una cosa.
- A ver.
- ¿Por qué no haces un libro de recetas? Cada día te creas un menú diferente. Empieza apuntando cuanto tienes de azúcar, lo que desayunas.
Te preparas un almuerzo rico y lo pones muy lindo en el plato para que te entre por los ojos, eso es fundamental. Así vas viendo lo que hace cada cosa en tu cuerpo.
Si quieres te dejo hasta mi cámara de fotos y luego te ayudo y lo colgamos en Internet. (Mi madre me mira jejeje)
¿Por qué no, mamá? Es una forma de compartir con otras personas, a lo mejor ayudas a alguien que tiene tu mismo problema y se siente solo. Además tendrás la cabeza activa, una ilusión, un proyecto, algo que hacer.
Mi madre no habla nunca mucho, yo salgo a mi padre jejejeje.
Pero no me pone mala cara ante la idea, otra cosa es que lo haga, veremos.
¡Yo le presto hasta la libreta!
Entonces me decido y le cuento.
- ¿Sabes mamá? Tengo un blog nuevo.
- ¿Otro?
- Si, no sé si te conté que me invitaron a participar en un club de autores en Internet.
- No, no sabía.
Entonces le conté, como alguien que no conozco me descubrió en Internet y me invitó. Que he leído cosas que publican muy lindas, pero muchas veces muy tristes. Que creo anda mucha gente solitaria por la red con mucho dolor por dentro, y que así de una forma casual, espontánea, sobre la marcha mientras escribía se me ocurrió la idea de hacer un blog contando mi historia, esperando poder ayudar a personas que lo necesiten en cualquier parte del mundo aunque no las conozca.
- ¡Que bonito!
- Mamá, he puesto unos controladores de estadísticas para saber si alguien me visita y le interesa lo que escribo, y me he quedado sorprendida porque he visto banderas de diferentes países.
- ¿Y eso qué significa?
- Pues que me dice desde que país me visitan y cuantas personas ven mi blog.
- ¡No me digas! ¿Y te han visitado?
- ¡Si! y me ha hecho una ilusión tremenda, no solo desde España, también desde Rusia, México, diferentes países de América del Sur, Estados Unidos, de Inglaterra, hasta de Arabia Saudí. Me quedé alucinada cuando lo vi mamá. Luego bajo el portátil y te lo enseño.
- Vale.
- Es un proyecto de libro, no había dicho nada porque es una idea aun, pero me he emocionado viendo las visitas aunque no me hayan escrito nada. Bueno tengo un par de comentarios. Lilian leyó la presentación y otro de una chica que escribe en el club de autores.
Mamá, pienso que hay mucha gente en el mundo que se pueda sentir identificada con mi problema y que está sufriendo y a lo mejor les sirve.
- Por qué no, a lo mejor tu experiencia les sirve de ayuda.
- Más tarde te lo enseño.
Entonces subo y le empiezo a contar a mi marido y le digo lo de la banderas, se queda muy sorprendido y se lo muestro.
Yo me entretengo en mi ordenador en mis diferentes blogs, en cosas de trabajo que me traigo, y no cuento lo que escribo, y si no preguntan pues menos. Saben que publico, una más de mis variadas aficiones según me da pensarán, como siempre hago cosas distintas... Pero esto de escribir siempre fue lo más mío, mi mayor desahogo, desde siempre, para mí, en soledad, solo que ahora compartido.
Y como se suele decir: en casa del herrero cuchara de palo.
De vez en cuando comparto algo a ver las caras y opiniones, les gusta, eso dicen, yo pienso que están acostumbrados y a veces me aguantan el descargue jejeje pero hasta ahí. No le dan mayor importancia, vuelve la rutina, no preguntan y no cuento, pero sigo escribiendo.
Le digo a Pepe:
- ¿Quieres qué te lo lea?
- Léemelo cariño.
Y empiezo.
No pensé que me pasara esto tan fuerte. Me emociono muchísimo, me salen las lagrimas sin poder evitarlo, es demasiado fuerte para mi después de tantos años.
Es una suma de cosas y una sensación increíble.
Por un lado, me desnudo por primera vez el alma de todo lo que sentí, de mis miedos y mis silencios ante el hombre que tantas veces a visto desnudo mi cuerpo, que sabe todo lo que pasé por fuera, que intuía lo que me pasaba por dentro, pero que yo no se lo conté nunca, y lo estaba haciendo ahora a través de la lectura de este blog.
Es mi compañero, mi amor, mi amigo, mi apoyo, él que nunca me abandonó.
El que me abrazaba en silencio cuando yo tenía miedo y lo callaba y respetaba mi silencio.
El que me decía al oído que me quería estuviera como estuviera, porque era a mí a quién amaba, a la persona que yo era, no solo a un físico, cuando yo no me gustaba y no soportaba mirarme.
Empecé a temblar mientras hacía un gran esfuerzo para seguir leyendo.
Estaba sentada encima de la cama con el portátil en las piernas, y mi mano izquierda sobre el teclado. Tanto empecé a temblar que tuve que quitarla para que no se moviera el portátil, entonces empezó la pierna, ya toda yo temblaba.
Continué leyendo hasta el final como puede, tragando saliva y cogiendo aire.
Las lágrimas no pararon en ningún momento, dejé de intentar disimular y que corrieran a gusto por la cara ya sin limpiarlas, sin esconderme más.
Fue un largo viaje por el tiempo, un largo viaje a través del dolor.
Lo pude sentir, estaba ahí mismo como si estuviera pasando, lo reviví en mis carnes como si fuera ahora mismo.
Cuando terminé de leer me sentí liberada, al final se lo había contado, después de más de 18 años me dejé ver bien por dentro y sin tapujos.
Él estaba atragantado y con los ojos llorosos, no podía hablar.
Y yo solté un gran suspiro. Me sentí bien, desahogada.
Pepe solo podía en ese momento decirme:
- ¡Que fuerte! Aun no lo has superado ¿verdad?
- Si lo he superado cariño, pero ha sido un viaje de dolor por mi propia historia, y de compartir todo lo que callé, de tanto que llevaba dentro.
- Te entiendo y lo he visto, he vuelto a verlo de la forma que lo has contado. Es precioso mi amor, como trasmites, como lo cuentas, llegas.
Le di un beso y bajé a ver a mi madre. Le llevé el portátil y la instalé en el sofá a leer, la dejé sola y me fui a cocinar para ella, algo rico, pero bien sanito para mi mami.
La observé desde lejos. Cuándo terminó vino a la cocina, suspiró fuerte y me dijo:
- Uffff, ¡Que fuerte! ¡Lo he visto todo de nuevo, lo he vivido otra vez!
Es que como si lo viera, como si pasara de nuevo, lo viví otra vez.
Me abrazó, me besó, y me dijo besándome:
-¡Como escribes mi hija, eres un artista! Haces que lo vea.
Pienso que si puedes ayudar a otras personas. Necesito tomar agua.
Creo que es lo más bonito que me ha dicho nunca mi madre. Temblaba al besarme y al abrazarme.
Vi su reacción, no es nada fácil que mi madre muestre sus sentimientos y menos que los exprese. Se lo conté a mi marido y él me dijo:
- Si tu madre ha reaccionado así es que es bueno. Sigue escribiendo.
Y me regaló una gran sonrisa.
Así que seguiré mi viaje por el tiempo acompañada de esas banderas silenciosas que aparecen por mi blog.
Detrás de cada bandera, seguramente un historia, una vida, un ser humano.
Tal vez curioso. No sé lo que les moverá a otras personas a seguirme.
Solo sé que si sufres no estás solo. Puedo decirte que siempre somos más fuertes de lo que pensamos y que el instinto de supervivencia es tan grande que si te dejas te salva y te encuentras a ti mismo.
No dejes nunca de buscarte y mirar dentro de ti, que a lo mejor solo estás escondido esperando la oportunidad de salir.
domingo, 2 de mayo de 2010
Perdida
Perdida dentro de mi y buscándome sin encontrarme al mirarme en un espejo.
Callándome mis miedos al ver el reflejo de la sorpresa incrédula y del miedo disfrazado de temor ante la incertidumbre y la impotencia pero no el rechazo en los ojos de los que me quieren.
No queriendo preocuparlos más comiéndome mis propios miedos y mi impotencia de no saber que pasa.
Veo como mi pequeña mira asustada la cara de mamá que no se reconoce así misma y se esconde en el sofá. Ella va a la nevera y me trae la bolsa de kilo de guisantes congelados.
¡Toma mami! Te pondrás bien, tu siempre eres guapa.
El asombro en la cara de la gente, es un pueblo, me conocen, preguntan, cuchichean mi rápido cambio y creen que no los veo.
En el trabajo ves como te observan a ver si repites, unos con preocupación, los menos, otros con curiosidad, muchas veces mal hiriente y con toda falta de tacto.
Sobre todo por si tienes que abandonar tu turno corriendo y sustituirte.
O cuando el jefe hace notar que ya está harto.
El día a dia, sigues, no se para, pero no quieres dar explicaciones, ¿de qué? ¿de algo que no asimilas y menos entiendes?
A ti que te gusta tanto hablar, comunicarte, ser abierta, naciste así, cada día tienes menos ganas.
Si pudieras estarías todo el día metida en la cama a oscuras sin ver a nadie, en silencio.
Callarías hasta tus pensamientos, pero no puedes.
Tienes miedo pero callas, no lo compartes, es tu secreto, ante los demás solo estás más seria y comunicativa que lo normal, más triste.
Disimulas, dices que son los medicamentos, que como tu nunca tomas nada no te sientan muy bien anímicamente y continuas cambiando el tema.
No quieres preocupar más.
Es duro ver en los ojos de los que te quieren que quieren ayudarte, hacerte la vida más fácil, pero no está en su mano.
Que vas a decir cuando vigilan tu sueño que por las pastillas pueden ser horas y horas sin despertar y te despiertan asustados.
Cuando tu hijo se sienta en la escalera frente a la puerta del baño mientras te metes en la bañera con hielo y oyes como te pregunta:
¿Mamá, estás bien?
Si cariño, no te preocupes.
Tu madre te cuida con el mismo mimo que cuado eras pequeña.
Tu marido vela tu sueño, porque te da miedo dormir, porque te ha dicho un médico en urgencias que igual que se te inflama cualquier parte del cuerpo se te puede inflamar la lengua dentro de la boca y asfixiarte.
Y que corra a pincharme. ¡Venga más corticoides! Simpático el muchacho ¿no?
¡A ver quién coño duerme tranquilo!
Cuando aparece por donde le da la gana y sin avisar esta mierda de inflamación que me convierte en un monstruo que me miro y no me veo, que me da miedo de lo que veo en el espejo porque eso no soy yo joder.
¿Qué me está pasando? ¿tendré un cáncer y me estaré pudriendo por dentro y esto es un aviso por fuera?
¿Pero a quién le digo yo esto que pienso, que siento? ¿A mi familia? ¡Ni hablar!
¡Ya bastante tienen y hacen los pobres! Para qué los voy a preocupar más.
¿A los médicos? No tienen ni puta idea de lo que me pasa.
Soy vulgar en el lenguaje ahora, lo se.
Ahora que lo cuento me lo puedo permitir después de todo lo que pasé.
Y lo digo de corazón. Por su prepotencia. Por jugar a ser Dioses.
Por ser cobardes y no reconocer que no sabían que me pasaba.
Por no decírmelo y cambiar un poco, hablar conmigo, por mantenerse tan lejos cuando necesitaba ayuda y no decirme más humanamente si quieres podemos intentar esto.
Porque me vieron muchos. El cabecera, el de turno cuando el mío no estaba.
En urgencias, el de turno en urgencias uno cualquiera de ellos de tantas veces.
Los dermatólogos, unos cuantos.
Los del departamento de alergias. Hasta el director y me llenaron el brazo de pruebas de arriba hasta abajo.
Nadie sabía que pasaba pero ponían cara de que si.
Como si fueran Dioses y yo una pobre mortal ignorante que solo debía seguir las indicaciones sin hacer preguntas incomodas.
Y yo, a la que no le gustaba ni tomar un jarabe, ni una triste aspirina. Que mi marido me echaba la broca porque me llevaba al médico, arrastras comprábamos las medicinas y no me las tomaba y yo con mis remedios naturales. Y él me decía que si pensaba que me iba a curar solo con ir a comprar en la farmacia.
Pues confieso que tenía tanto miedo que por una vez en mi vida les hice caso y fui la mejor paciente del mundo y me tome todo lo que me decían, a sus horas y tratamientos completos.
Pero cada vez estaba peor y entonces me cambiaban el tratamiento.
Y yo les hacia caso como una niña buena a la que cada vez le vida le parecía que pasaba más lenta y que todo era menos importante y ya no tenia ilusión. Ni fuerza para proyectos nuevos. Y mi alma inquieta se escondió asustada y triste muy dentro de mi asfixiadita perdida y sin que su dueña tuviera ni ganas ni fuerzas de echarle una mano para que volviera a salir.
Pero aunque en esos momentos yo no lo veía el Sol iba a volver a salir, solo tenía que abrir los ojos y querer verlo y hundir mi alma en él para llenarme de energía para resurgir de mis cenizas como lo hice.
Callándome mis miedos al ver el reflejo de la sorpresa incrédula y del miedo disfrazado de temor ante la incertidumbre y la impotencia pero no el rechazo en los ojos de los que me quieren.
No queriendo preocuparlos más comiéndome mis propios miedos y mi impotencia de no saber que pasa.
Veo como mi pequeña mira asustada la cara de mamá que no se reconoce así misma y se esconde en el sofá. Ella va a la nevera y me trae la bolsa de kilo de guisantes congelados.
¡Toma mami! Te pondrás bien, tu siempre eres guapa.
El asombro en la cara de la gente, es un pueblo, me conocen, preguntan, cuchichean mi rápido cambio y creen que no los veo.
En el trabajo ves como te observan a ver si repites, unos con preocupación, los menos, otros con curiosidad, muchas veces mal hiriente y con toda falta de tacto.
Sobre todo por si tienes que abandonar tu turno corriendo y sustituirte.
O cuando el jefe hace notar que ya está harto.
El día a dia, sigues, no se para, pero no quieres dar explicaciones, ¿de qué? ¿de algo que no asimilas y menos entiendes?
A ti que te gusta tanto hablar, comunicarte, ser abierta, naciste así, cada día tienes menos ganas.
Si pudieras estarías todo el día metida en la cama a oscuras sin ver a nadie, en silencio.
Callarías hasta tus pensamientos, pero no puedes.
Tienes miedo pero callas, no lo compartes, es tu secreto, ante los demás solo estás más seria y comunicativa que lo normal, más triste.
Disimulas, dices que son los medicamentos, que como tu nunca tomas nada no te sientan muy bien anímicamente y continuas cambiando el tema.
No quieres preocupar más.
Es duro ver en los ojos de los que te quieren que quieren ayudarte, hacerte la vida más fácil, pero no está en su mano.
Que vas a decir cuando vigilan tu sueño que por las pastillas pueden ser horas y horas sin despertar y te despiertan asustados.
Cuando tu hijo se sienta en la escalera frente a la puerta del baño mientras te metes en la bañera con hielo y oyes como te pregunta:
¿Mamá, estás bien?
Si cariño, no te preocupes.
Tu madre te cuida con el mismo mimo que cuado eras pequeña.
Tu marido vela tu sueño, porque te da miedo dormir, porque te ha dicho un médico en urgencias que igual que se te inflama cualquier parte del cuerpo se te puede inflamar la lengua dentro de la boca y asfixiarte.
Y que corra a pincharme. ¡Venga más corticoides! Simpático el muchacho ¿no?
¡A ver quién coño duerme tranquilo!
Cuando aparece por donde le da la gana y sin avisar esta mierda de inflamación que me convierte en un monstruo que me miro y no me veo, que me da miedo de lo que veo en el espejo porque eso no soy yo joder.
¿Qué me está pasando? ¿tendré un cáncer y me estaré pudriendo por dentro y esto es un aviso por fuera?
¿Pero a quién le digo yo esto que pienso, que siento? ¿A mi familia? ¡Ni hablar!
¡Ya bastante tienen y hacen los pobres! Para qué los voy a preocupar más.
¿A los médicos? No tienen ni puta idea de lo que me pasa.
Soy vulgar en el lenguaje ahora, lo se.
Ahora que lo cuento me lo puedo permitir después de todo lo que pasé.
Y lo digo de corazón. Por su prepotencia. Por jugar a ser Dioses.
Por ser cobardes y no reconocer que no sabían que me pasaba.
Por no decírmelo y cambiar un poco, hablar conmigo, por mantenerse tan lejos cuando necesitaba ayuda y no decirme más humanamente si quieres podemos intentar esto.
Porque me vieron muchos. El cabecera, el de turno cuando el mío no estaba.
En urgencias, el de turno en urgencias uno cualquiera de ellos de tantas veces.
Los dermatólogos, unos cuantos.
Los del departamento de alergias. Hasta el director y me llenaron el brazo de pruebas de arriba hasta abajo.
Nadie sabía que pasaba pero ponían cara de que si.
Como si fueran Dioses y yo una pobre mortal ignorante que solo debía seguir las indicaciones sin hacer preguntas incomodas.
Y yo, a la que no le gustaba ni tomar un jarabe, ni una triste aspirina. Que mi marido me echaba la broca porque me llevaba al médico, arrastras comprábamos las medicinas y no me las tomaba y yo con mis remedios naturales. Y él me decía que si pensaba que me iba a curar solo con ir a comprar en la farmacia.
Pues confieso que tenía tanto miedo que por una vez en mi vida les hice caso y fui la mejor paciente del mundo y me tome todo lo que me decían, a sus horas y tratamientos completos.
Pero cada vez estaba peor y entonces me cambiaban el tratamiento.
Y yo les hacia caso como una niña buena a la que cada vez le vida le parecía que pasaba más lenta y que todo era menos importante y ya no tenia ilusión. Ni fuerza para proyectos nuevos. Y mi alma inquieta se escondió asustada y triste muy dentro de mi asfixiadita perdida y sin que su dueña tuviera ni ganas ni fuerzas de echarle una mano para que volviera a salir.
Pero aunque en esos momentos yo no lo veía el Sol iba a volver a salir, solo tenía que abrir los ojos y querer verlo y hundir mi alma en él para llenarme de energía para resurgir de mis cenizas como lo hice.
sábado, 1 de mayo de 2010
Presentación
Dentro de nada tendremos el verano encima y a todos nos gusta lucir tipo.
Pero claro, no es lo mismo que en invierno, que vamos tan tapaditos y disimulamos un montón.
Lo malo es que en muchas ocasiones nos creemos todo lo que dicen las publicidades, y ante la desesperación al quitarnos la ropa y ver esos kilos de más que se han ido acumulando poco a poco pero queremos que se vayan deprisa deprisa.
Entonces somos pasto de todos esas publicidades engañosas, dietas milagro etc etc.
Y lo peor de todo esto no es el dinero que perdamos, si no la salud que vamos dejando por el camino entre intento e intento.
A todos también nos habrá ocurrido que hemos perdido peso muy rápido y nos hemos puesto súper contentos, pero luego hemos duplicado ese peso a mayor velocidad aun.
A todas estas, a nuestro cuerpo no le estamos haciendo ni caso.
Somos sordos, ciegos e ignorantes porque no lo escuchamos.
Si nos viéramos por dentro en un espejo como por fuera habría muchas cosas que de seguro no haríamos con nuestro cuerpo.
Poco a poco el ser humano se ha convertido en un animal sin instinto, porque es que no le hacemos ni caso.
Un ejemplo, muchas veces hemos escuchado o dicho:
Parece que esto sabe raro ¿no? No se lo noto diferente ¿verdad?
Pero al final ¡pá dentro!
Luego vienen las intoxicaciones y el.....¡Ya decía yo que me sabía raro!
Yo siempre fui muy delgada, antes de ser madre, una talla 36 o 38.
Lucia tipazo, vaqueros ajustados como un guante, de esos que cuando tienes más peso marcan también todos los defectos. Incluso pasé modelos para una boutique.
Mi hijo nació cuando yo tenía 18 años y medio. Después como mucho llevaba una 42 durante el primer año tras del parto. Ocurrió igual cuando tuve a la niña a los 25.
Mi cuerpo volvía a la normalidad sin problema. Como mido 1.68 los quilos que me quedaron cuando fui madre me sentaron bien y estaba contenta con mi cuerpo.
Pues hace unos años ocurrió lo que nunca pensé que me sucedería a mí, yo que me ponía un saco y me quedaba bien.
Contaré brevemente esta historia que no le deseo a nadie porque no solo fue tener sobre peso Por momentos mi cuerpo se transformaba, empezaban a picarme las cejas y terminaba convertida en un monstruo que no me reconocía ni yo al mirarme en el espejo. Pensaba en la película el hombre elefante, que se quedaba corto conmigo.
Y lo peor era no saber que me pasaba, darme cuenta que los médicos no tenían ni idea y que me convertí en su conejo de indias por casi un año.
Pasé de 60 kg a 87 en 11 meses. A no saber que talla llevaba, a ir a comprar ropa y terminar llorando si nada. Y sin que desaparecieran las transformaciones y tupida a pastillas e inyecciones.
Muy duro y muy largo de contar.
Han pasado ya 18 años y estoy convencida de que tomé una de la decisiones más importantes de mi vida porque si no a lo mejor no lo estaría contando ahora.
Y esa decisión fue cuando tomé las riendas de mi salud pensando:
¡Si me muero, me muero yo sola, si me equivoco es mi responsabilidad, pero no voy a dejar que experimenten más conmigo ni que me mate nadie, yo no soy más conejo de indias de nadie!
Y nadie me mató, y me curé comiendo todo aquello que me prohibieron.
Hoy como de todo, pero estuve 7 meses absolutamente vegetariana para limpiar mi cuerpo de medicación, y me salvó la medicina natural, la homeopatía y la acupuntura con agujas y láser.
Pero lo peor de todo fue aceptar el diagnostico, saber que la naturópata tenía razón cuando me dijo:
Tu organismo está intoxicado y hay que limpiarlo pero eso no es problema, el gran problema es que tu cuerpo esta enfermó por falta de amor. Tu no te estás queriendo y te estás dejando ir.
Llega un momento amigos que solo te quedan dos opciones:
¡Estas en un charco de mierda hasta el cuello, o abres la boca y te la tragas y te hundes para siempre. O, estiras el cuello como las jirafas y sales del charco.!
Yo elegí la del cuello de jirafa. Y cuando salí del charco miré desde la orilla y me dije:
¡Ni de coña entro más ahí! Ana, una optimista de la vida como tu, no puedes volver a caer.
Y no he vuelto más a visitar ese charco. Me quiero demasiado para arriesgarme solo a que me salpique.
En realidad siempre me he querido mucho, hasta que dejé de ser yo cuando no me reconocía y me perdí dentro de mí, y eso es muy chungo, se pasa muy mal.
Es ahora que me sentía fuerte para contarlo y compartirlo y sin darme cuenta he empezado a llorar ¡que fuerte!
Pero bueno ya está, sigue Ana.
Tuve que soportar un golpe más fuerte para que me diera la última sacudida. Que mi querida amiga Jenni viniera a buscare al trabajo por que mi niña de cinco añitos se calló de unos 15 mtrs. y estaba en el hospital en coma.
Una barandilla en mal estado joder, tuvo que pasar para que las arreglaran todas.
Ella no estaba sola, se le fue de la mano a su hermano mayor de 12 años y casí se tira a buscarla, estaban buscando al perrito de la amiga por nuestra urbanización.
Yo no podía permitirme el lujo de perderme dentro de mí, de no estar 100 x100.
Hoy parece una pesadilla, pero pasó. Me dicen los amigos Ana eres fuerte.
Yo me pregunto ¿me quedaba otra?
Siempre pensamos que no podemos más, pero si podemos, yo lo se, y podemos ser muy felices porque todos los días sale el sol.
Se me ocurrió una idea que comparto a ver que pasa.
Me gusta escribir, me hace sentir bien y siempre lo he hecho para hablar conmigo, con mi querida amiga Ana jejeje y he aprendido tanto de todo esto. Que me he hecho hasta un viaje al interior para descubrirme a mi misma y preguntarme que quiere Ana, no que esperan de Ana.
Y hoy soy tan feliz conmigo misma, aunque a veces me también me cabreo conmigo, pero luego vuelvo y me enrollo cuando me digo:
Ehhhhhhhh ¿qué estás haciendo? Nooooo
Y entonces cojo aire y sonrío. La mejor medicina.
También soy una amante de la cocina, me curé con comida de forma sana, le eché muchaaaaaaaaaa imaginación sino no hubiera aguantado.
En enero empecé mi blog “Cocina creativa con amor”. Y desde hace aproximadamente un año que llevo mi blog de "Pensando sobre un papel", que fue un regalo de cumpleaños que me hicieron.
Pero no conocía a otros blogeros hasta hace apenas nada que me invitaron a participar en estos clubs en Internet que me han dado la oportunidad de leer y visitar otros blogs y comunicarme con personas con inquietudes similares a las mías.
En enero empecé mi blog “Cocina creativa con amor”. Y desde hace aproximadamente un año que llevo mi blog de "Pensando sobre un papel", que fue un regalo de cumpleaños que me hicieron.
Pero no conocía a otros blogeros hasta hace apenas nada que me invitaron a participar en estos clubs en Internet que me han dado la oportunidad de leer y visitar otros blogs y comunicarme con personas con inquietudes similares a las mías.
Pues sumando todo he pensado que mi historia pueda ayudar a otras personas porque he leído a compañeros muy tristes y la buena alimentación es salud y genera sonrisas y alegra el alma, sobre todo cuando sabes que no estás solo.
Así que si me quieres seguir, esta es la primera parte de mi idea, donde a través de la palabra con cariño, con recetas, fotos y sentimientos trataré de contar una historia a la que le he puesto por nombre
Somos lo que comemos
¡Quiérete!
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